Conocer de todo no es igual a saber de nada



“La cultura es un bien personal. Únicamente nos llega por el camino del cultivo propio.”Jean Marc Lofficier


Por Jéssica Suárez Gómez

La importancia por parte de los estudiantes de saber de aspectos ajenos a su carrera disminuye a medida de que se encierran en un único mundo, sus estudios. Se olvida el pasado histórico y la falta de tiempo es la excusa perfecta para no conocer y apreciar, el arte, la música, la naturaleza, la literatura, la arquitectura y la sociedad.

Bogotá es una ciudad donde en numerosos lugares se recopilan tramos de historia que contar y otros, albergan culturas distantes, plasman emociones personales, exhiben riquezas ancestrales y conservan tradiciones populares.

196 años han pasado desde nuestra independencia y los rastros culturales del Nuevo Reino de Granada continúan vigentes en La Candelaria y Centro de Bogotá.

En la esquina nororiental de la Plaza de Bolívar se halla la Casa Museo del 20 de julio, una casona típica de la arquitectura colonial, grande oscura y con balcones, la cual además de exhibir en sus 6 salas objetos significativos de la época narra la historia del florero y el nacimiento de nuestra Nación.

Alrededor de las calles empedradas y casas de color de La Candelaria se encuentra La Casa del Marqués de San Jorge también conocido como Museo Arqueológico después de haber sido comprada y restaurada por el Banco Popular. En esta se integra una muestra permanente de cerámicas netamente figurativas que representan el desarrollo cultural prehispánico de las antiguas sociedades indígenas.

La religión católica está representada en uno de los más ricos monasterios que todavía conserva Colombia, La iglesia Museo Santa Clara. En su interior conserva una colección compuesta por pinturas, esculturas y retablos de los siglos XVII y XVIII.

Las culturas distantes convergen en un solo punto, El Museo Botero. Situado junto a La Casa de La Moneda. Un lugar capaz de reunir la sensibilidad de grandes artistas europeos como Dalí, Léger, Braque, Picasso y Renoir junto a la del maestro bogotano, Fernando Botero.

Y nuestra riqueza cultural se reúne en uno de los museos más visitados por extranjeros que arriban a Bogotá, el Museo del Oro. En éste se reúnen objetos valiosos que se distinguen no por cuanto podrían llegar a costar en dinero sino por la vida ancestral que se conoce a través de ellos.

En Bogotá también hay espacio para la expresión individual y grupal, lugares como el MAMBO, El callejón de artistas, La Fundación Gilberto Alzate, la biblioteca Luís Ángel Arango y las salas de planetario compilan por temporadas colecciones y exposiciones que van desde arte contemporáneo, clásico, fotografías, videos hasta arte digital.

Si el tiempo pasado y el arte no cabe dentro de vuestros planes, el entretenimiento y la literatura moderna puede ser una buena opción.

Después de un recorrido por las salas de Eurocine en Bogotá, 9 Songs pasa a la pantalla de las salas comerciales, dejando al descubierto una historia de drama donde el erotismo y la música son los ingredientes principales. Replanteando el significado del amor, los protagonistas sin libretos y cámaras profesionales hacen de ésta más que una película, un documental que a los ojos de jóvenes no es un escándalo.

Y si la literatura es tu fuerte, aprovecha y lee un libro actual como Melodrama, novela de Jorge Franco y que se la parece a Rosario Tijeras, sólo porque detrás de ambas se encuentra el mismo escritor. Su posible desorden de tiempo, divierte y hace capaz que el lector se adentre en la historia con mayor atención mientras que se narra la vida y enfermedad de Vidal.

Finalmente, los espacios de esparcimiento además de necesarios son importantes para nuestro crecimiento integral, el pasado y el conocimiento de cultura en general hacen de cada uno la diferencia, porque no es pobre quien no tiene dinero sino el que desconoce el mundo real.