Las etiquetas en los niños y mi papel como adulto

 ¡Atención! Alejando las etiquetas de los niños.


Ponemos etiquetas en mermeladas o frascos de verduras porque sabemos que el contenido no cambiará. ¿Te has preguntado por qué etiquetar a un niño, si sabes que él está en constante cambio?

Los adultos nos acostumbramos a ponerle etiquetas a los niños. "Incómodo", "Agitado", "Perezoso", "Tímido". Es que mi hijo es tímido es lo que más escucho de los padres cuando inicio una conversación con ellos, en muchas ocasiones en su propia presencia.


Te cuento algo, caer en ese mal hábito no es sabio e incluso se puede convertir en un problema que cuesta revertir.  


Los niños tienen toda una vida para ir cambiando y desarrollándose a su propio ritmo, somos los adultos los que aceleramos o atrasamos ese ritmo, y cuando los etiquetamos solo les estamos imponiendo una imagen congelada y limitando las creencias sobre él mismo.


Por ello, nuestro consejo es liberar a los niños de las etiquetas y empezar a observar y a hablar de las necesidades que merecen ser satisfechas. 


Aquí un ejercicio para reemplazar esas etiquetas con necesidades y así, apoyarlos, participando en acciones positivas junto a ellos.

Yo NO soy ... prefiero o necesito...

Yo no soy ansioso, necesito seguridad.

  •  Ansioso: necesito seguridad.

  •  Dependiente: necesito desarrollar autonomía y confianza.

  •  Inquieto: prefiero moverme.

  •  Agresivo: necesito aprender a poner palabras en mis emociones / Necesito descansar.

  •  Indisciplinado: necesito entender las reglas y tener cuidado.

  •  Inhibido: necesito expresarme.

  •  Perezoso: necesito encontrar interés en lo que hago.

  •  Aislado: prefiero afirmarme y necesito aprender a comunicarme.

  •  Torpe: necesito practicar.

  •  Celoso: prefiero sentirme amado.

  •  Temeroso: prefiero estar tranquilo.

  •  Tímido: prefiero tener tiempo para observar y encontrar la oportunidad para integrarme, a mi propio ritmo.