“Tipacoque”

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Reseña: Eduardo Caballero Calderón, “Tipacoque Estampas de Provincia”. Panamericana Editorial, 2000. 221 páginas.

Eduardo Caballero Calderón, escritor y periodista colombiano nacido en Bogotá en 1910.Se caracterizó por la rigidez, siendo sus ideales políticos nada variables en sus obras y a su vez por dejar plasmado en los ensayos sus experiencias como político y diplomático. Caballero fallece el 3 de abril de 1993, en la Capital, su misma ciudad de origen.

En Tipacoque, pueblo perdido para muchos en Boyacá, gira este relato extenso que mezcla el sentido rural con el urbano, son 25 capítulos donde la descripción toma un papel fundamental y por medio de ésta hace creer al lector estar en el mismo espacio narrado y sentir los olores impregnados que percibimos al paso de cada página.

La relación con el título es clara en el momento en que estudiamos la biografía del autor y encontramos que fue alcalde de Tipacoque, Boyacá. Así sin traicionar sus temas de escritura se refiere a la problemática campesina, la cotidianidad del ser humano y su experiencia propia.

“Tipacoque” llama la atención al encontrarse con frases como: “todavía hace sus levantes en las veredas del páramo” ya que hace que el lector juvenil llegue a sentirse identificado por el uso de la jerga que habla usualmente y la utilización de palabras como “levantes” o “orillitas”.

Al respecto de la identificación del lector, vemos que el relato novelesco es tratado en una omnisciencia donde el autor puede penetrar en cada uno de los personajes y así mismo deja que nosotros al leer algo en primera persona en ocasiones lleguemos a ser el personaje principal de la historia.

Es así como se puede analizar un libro que hace despertar los cinco sentidos, donde las imágenes realizadas por su hijo y la descripción minuciosa de cada espacio y olor, sitúan a cada cual en el lugar indicado.

Ese lenguaje diferente, sobrio y elegante nunca se aleja de los ideales políticos de Calderón y mucho menos el tema de nuestra cruel realidad, la violencia que vivimos a diario desde hace mucho tiempo. Es entonces como recreamos una época real del siglo XVI, donde las creencias y castigos todavía existían y fueron vividas por personajes cotidianos y humildes como lo pudo ser mama Toya.